Esa no es la idea que quiero transmitir pero está bueno que eso haya pasado para entrar en el tema.
A lo largo del día, todos atravesamos por diferentes estados de ánimo.
Las emociones son energía (del latín e-motere: lo que te mueve hacia afuera) y están directamente influenciadas por nuestros pensamientos.
Son como interruptores que condicionan nuestro espacio de posibilidades de acción. Si bien muchas veces el corazón no entiende de lógica, lo que uno siente, no existe por si solo sino por la explicación que uno se da.
Cuando hablo de emociones 2.0 me refiero a los estímulos que se activan y se comparten en las diferentes redes sociales. Al intercambio de conversaciones, de información, de contenidos y de sensaciones a los que uno se expone, a veces, sin tener plena consciencia del impacto que esto genera en cada uno de nosotros.
¿A quién no le pasó?...recibir un mail con una buena noticia que nos pone contentos...aceptar en Facebook un amigo/a del que hace mucho tiempo no teníamos noticias...recibir por Twitter una invitación a un evento interesante.
También hay ejemplos no tan positivos que probablemente hayan condicionado tu estado anímico pero… la buena noticia es que se los puede trasformar en aprendizajes.
El punto es que ante un universo cibernético en expansión, en el que hay sobre-oferta de estímulos, es necesario ser selectivo y volverse un poco proteccionista. Evitar la contaminación visual a la que gratuitamente nos entregamos.
Cuando hay mucha oferta de algo, explica una de las leyes básicas del mundo económico, es natural y esperado que su precio disminuya.
Esto es lo que me lleva a cuestionarme si las emociones 2.0 son de outlet.
Encuentro una oportunidad en este concepto, una invitación a pensar:
¿Qué voy a elegir consumir?... ¿Qué tipo de energía estoy dispuesto a intercambiar?....
Al Universo cibernético le da igual…
…Si son de outlet o no finalmente depende de la elección de cada uno…
